Ansiedad Adaptativa o Patológica

La ansiedad es una parte de la existencia humana, todas las personas sienten un grado moderado de la misma, siendo ésta una respuesta adaptativa (Sierra, Ortega, & Zubeidat, 2003). Es decir que cierto grado de ansiedad es necesario para poder movilizarnos y afrontar o solucionar diversas situaciones presentadas a lo largo de la vida. Por ejemplo, ¿recuerdas cuando obtuviste tu primer empleo? ¿Cómo te sentías?, algunos pensamientos como: “¿cómo voy a desempeñarme?”, “¿cómo me va a ir en mi primer día?”, “¿Qué debo usar?”, ¿Como será mi jefe y mis compañeros?” “¿Daré el ancho?”, dime, ¿te suenan familiar? Es probable que así sea. Esto se llama ansiedad, y esto fue muy útil en ese momento para poder afrontar esa nueva y primera experiencia laboral. Seguramente buscaste acerca de la empresa a la que ibas, o fuiste en busca de comentarios, consejos, preparaste o pensaste en lo que ibas a ponerte un día antes, programaste la alarma para despertar y salir temprano, llegaste, pudiste iniciar y llevar a cabo tu primer día laboral. 

Todo esto fue posible gracias a la ansiedad. Como mencioné anteriormente, cierto grado de ansiedad nos ayuda a llevar a cabo o solucionar situaciones que se van presentando durante la vida. Sin embargo, cuando la ansiedad rebasa ciertos límites, aparece un deterioro de la actividad cotidiana, lo que significa que a mayor ansiedad, habrá un menor rendimiento (Rodríguez-Landa & Contreras, 1998). Es decir, cuando hay un grado muy alto de ansiedad, en vez de movilizarnos para solucionar la situación, hace lo contrarios, nos paraliza frente a la situación. Siguiendo con el ejemplo del primer trabajo; ahora imagina que en vez de prepararte para tu primer día laboral, los pensamientos hubiesen invadido tu mente, a tal grado que no te dejaran realizar ninguna acción. 

Si es difícil imaginarlo, te planteo el siguiente ejemplo: que tal si los pensamientos que te acompañaron en ese momento hubiesen sido: “¿Cómo voy a desempeñarme?, ¿y si no doy el ancho?, ¿y si me falta capacidad?, ¿y si hago algo mal y mi jefe se enoja? ¿cómo lo solucionaré?, ¿y si después de eso mis compañeros me ignoran?, entonces ¿seré una persona solitaria a la que nadie le habla porque cometí un error?, ¿y si me despiden?, me quedaré sin trabajo, y entonces ya no voy a poder trabajar, y por consecuencia no podré cumplir mis metas… ¡seré una persona fracasada!”, y entonces en este caso lo más probable es que la persona ni siquiera se presente en su primer día laboral. 

Es aquí en donde decimos que los grados altos de ansiedad puede provocar manifestaciones patológicas en el individuo, tanto a nivel emocional como funcional (Sierra, Ortega, & Zubeidat, 2003). Y es necesario poder identificar nuestras respuestas ante diversas situaciones, si te identificaste con el ejemplo uno, no tienes nada que temer, sin embargo, si de pronto te identificas o conoces a alguien con los pensamientos del ejemplo dos, no dudes en buscar acompañamiento con un profesional de salud mental para poder recibir el apoyo necesario.

Es preciso mencionar, que así como podemos tener crisis de ansiedad momentáneas, o como Freud las llamaba neurosis actuales, también podemos experimentar crisis de ansiedad que vienen desde muy atrás en tiempo, las llamadas neurosis de defensa, y que en ambos casos lo más indicado es un proceso terapéutico.


Licda. Lisseth Paz. 

Fuentes:

Rodríguez-Landa, J., & Contreras, C. (1998). Algunos datos recientes sobre la fisiopatología sobre los trastornos por ansiedad. Bio-med, 9(3), 181-191.

Sierra, J., Ortega, V., & Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Revista Mal-estar E Subjetividade, 3(1), 10-59.


Lisseth Paz
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